Fundación de Jujuy

Esto se realizó a pesar de las muchas opiniones que se dejaban oír en contra de la fundación de una ciudad en el Valle de Jujuy, la mayor parte de los vecinos, capitanes y soldados de Salta “procuraron estorbar el viaje por el daño y peligro, que creían que corrían Argañaráz y todos lo que lo acompañaban. Todavía se recordaba el fracaso de las dos fundaciones anteriores y también temían que los indígenas, después de destruir la nueva ciudad y a Argañaráz y su gente, se embravecían con el triunfo y atacaran Salta. A pesar de todo esto Argañaráz nunca dudó de que tuviera éxito.

Durante los meses que demoró en reunirse en Salta la gente que iba a marchar a Jujuy, Argañaráz pagó lo que precisaban para alimentarse y cumpliendo desde el principio lo que le había pedido Ramírez de Velazco; también gastó el dinero que le pertenecía para:

a- Comprar 18 carretas y una gran cantidad de mercaderías, sobre todo alimentos que consumió su gente durante el viaje y los meses que siguieron a la fecha de la fundación, hasta que levantaran las primeras cosechas en tierras jujeñas.

b- Pagó los servicios de los soldados que protegieron, primero a la caravana, y después defendieron la nueva ciudad, y también les compró los caballos y las armas que necesitarían para combatir contra los indígenas.

c- Pagar a los españoles que disponían de ellos por los servicios de muchos indios yanaconas que se necesitaban para cargar y conducir las carretas.

La gente que acompañó a Argañaráz para poblar y trabajar en Jujuy fueron algunos blancos y una buena cantidad de indios que los servían y ayudaban; los blancos eran casi todos pobres, y llevaron con ellos lo poco que tenían (vacas, ovejas) con la esperanza de alimentarlos y reproducirlos en los campos que les darían y los bueyes que utilizaron para empujar las carretas durante el viaje y después les sirvieron para arar la tierra.

Una vez que ya estuvo preparado todo, se hizo proclamar en alta voz en la plaza de Salta por un indio pregonero de nombre Rodrigo, cuales eran los objetivos de la expedición; inmediatamente después de pregonar que partían hacia el Valle de Jujuy, comenzó la marcha de la caravana que viajó durante 20 días y llegó en Semana Santa, al lugar que se eligió para levantar el nuevo pueblo. Poco después se eligió el lugar que se destinaría para construir la futura plaza y a un costado de ese sitio se levantó una construcción precaria “con vigas, ramas y barro” para escuchar allí la primera misa.

Como era necesario que alguien escribiera las actas correspondiente a las ceremonias de fundación que estaba por realizarse y después llevara los libros de sesiones del Cabildo que debería funcionar en la nueva ciudad, Argañaráz nombró el 17 de Abril, a pesar de que acababan de llegar y era un sábado de gloria, a Rodrigo Pereira como primer escribano público y oficial.

El día 18 de Abril, fue domingo de resurrección.

El día Glorioso: Argañaráz, determinó que fundaría el lunes 19 de Abril de 1593, en horas de la mañana de ese día se concentraron todos, españoles y naturales en la plaza pública presenciar el acto trascendental. En medio de sus compañeros, Argañaráz pronunció un discurso sintetizando las razones de la fundación. El escribano Pereira ha trasmitido, en acta de aquel momento, la esencia del pensamiento de Argañaráz “ Que es notorio en esta dicha provincia el ha venido es este dicho Valle de Jujuy y asiento donde está con ella a poblarla y conquistar los naturales que están de guerra rebeldes contra el servicio de su majestad para que su real corona vaya en acrecentamiento de la palabra del santo evangelio y cosas de nuestra santa fe católica y reciban el santo bautismo y cesen los robos,, muertes y daños…..”

Acababa de pasar la Semana Santa cuando se realizaron los solemnes actos y ceremonias que caracterizaban a la fundación de las ciudades españolas en la América colonial.

Por la mañana se reunieron todos los que habían integrado la caravana tanto los futuros vecinos españoles como los indígenas yanaconas y los acompañaban y servían, en donde ahora se encuentra la plaza Belgrano, y ante ellos Francisco de Argañaráz realizó todos los actos y ceremonias correspondientes. Todo era efervescencia, esperanza, espíritu. Mando a abrir un hoyo en el centro de plaza y plantó en él, un palo, que era una picota, símbolo de justicia, Argañaráz, viendo elevado en alto el símbolo de la justicia de su rey, dijo” Hoy, dicho día, en adelante, para siempre jamás, se nombre y llame esta dicha ciudad San Salvador de Velasco, en el valle de Jujuy, Provincias de Tucumán… así se ponga en todos los autos y escrituras que se hicieren… en el dicho hoyo y picota se ejecute justicia públicamente contra los delincuentes y malhechores…” luego mirando al templo, imaginado al futuro pueblo llenaría esta plaza, llamó por su nombre San Salvador, al templo y echando mano a su espada dijo en voz envalentonada “si había alguna persona que contradijesen el dicho asiento y jurisdicción”, nadie contestó, terminado el acto mando pregonar a través de un hombre inferior de calidad social, fue el indio Juan Quichú, quien tuvo este alto honor en la fundación de Jujuy. Luego los participantes se dirigieron al templo para asistir a misa en “señal de posesión de la dicha iglesia y sitio de ella” , así queda legalmente fundada la ciudad de San Salvador de Jujuy.

LOS MOTIVOS

Los motivos o causas que hicieron conveniente y necesario fundar Jujuy fueron: – La presencia de una ciudad ayudaría a dominar a los aborígenes que vivían cerca de ella. Los españoles querían que esos indígenas se rindieran cuanto antes fuera posible porque les creaban un gran problema; los aborígenes atacaban a casi todas las caravanas y viajeros que se atrevían a transitar por la quebrada o por la puna de Jujuy, y por eso el comercio y las comunicaciones entre Bolivia (Alto Perú), y lo que forma el noroeste argentino eran difíciles y dicha dificultad debía desaparecer de inmediato a fin de consolidar la conquista española.

Aunque no esté escrito en el acta de la fundación, con la creación de esta ciudad se beneficiaron también unos pocos encomenderos, porque la existencia de esta población blanca facilitó el sentimiento de los aborígenes de la zona y muchos de los indígenas que se rindieran pasaran a trabajar gratuitamente para alguno de ellos.

El lugar

El lugar que Argañaráz y la gente que lo acompañaba eligieron para levantar la ciudad es el mismo que en la actualidad ocupa la zona céntrica de San Salvador de Jujuy: en el Valle de Jujuy, entre el Río que llaman Xive Xive (el Río Xivi-Xivi o Chico) y el río que viene de la quebrada. El sitio cumplía con lo que le había recomendado el gobernador Ramírez de Velazco al capitán Francisco de Argañaráz, pues tenía “mucha abundancia de tierra fértiles” y “por estar entre los dichos dos ríos”, contaba con toda el agua que podría necesitarse para regar las tierras que se cultivaran.

La fecha

La ciudad de San Salvador de Jujuy se fundó el 19 de Abril de 1593, Francisco de Argañaráz eligió como santo patrono de la ciudad a Jesús como San Salvador. En la elección de Cristo como San Salvador para patrono de la ciudad tuvo mucho que ver el hecho de las ceremonias de fundación se realizaba inmediatamente después de Semana Santa.

El castigo de los delitos

La voluntad y la decisión de castigar los delitos y crímenes que se cometieran estuvieron presentes desde el mismo día que se fundó Jujuy ya que Argañaráz hizo poner en medio del terreno que se destinó para hacer la plaza de la ciudad un “palo por picota” y mandó que nadie se atreviera a sacarla, ya que si alguien lo intentaba lo castigaría con “pena de muerte”. El palo de “picota” que se ponía en las plazas de una ciudad colonial como era San Salvador de Jujuy significaba mucho para los hombres blancos que venían a poblar estas tierras; representaban la presencia de la autoridad del mismo Rey en un sitio tan alejado de Europa, y les recordaba que a Jujuy también llegaba la justicia y las leyes de España. Junto a la “picota” se aplicaban muchos de los castigos que fijaban las leyes de aquellos tiempos tales como los azotes; y allí se acostumbraba atar a los reos con un letrero que decía el delito que habían cometido, a fin de avergonzarlos frente a toda la población.

Finalmente, Argañaráz llevó a cabo las ceremonias que entonces se acostumbraban realizar para asegurar el presente y el futuro de una nueva ciudad.

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